Capitulo 4 - Encuentros inesperados -
Al escuchar esas palabras me puse
colorada y lo abrasé más fuerte. Con sus manos, me agarró la cabeza y me separo
de él. Sentí que todo podría pasar, derepente vimos que el colectivo se
acercaba, pero paso de largo. Entonces
nos miramos y decidimos caminar.
Hicimos una cuadra y nos topamos con
la plaza de San martín, ya ni me acordaba de ese lugar. Hace mucho que no
pasaba por allí, porque cerca de ahí vive mi ex. Caminamos através de la plaza
y no sabia si abrazarlo o darle la mano, él me agarró de la mano, se paro, me
abrazó y me besó. Todo parecía detenerse, el tiempo se había congelado, solo éramos
nosotros en el medio de la nada. En ese
momento se escucha un grito desde el otro lado de la plaza, era Shoa, un amigo
de mi ex; me saludo y hablamos un rato. No dejaba de mirar el brazo de Iván que
estaba rodeando mi cintura. Le comente que estaba yendo hacia mi
casa y tenia que llegar rápido, entonces, me saludo y se fue.
Después de verlo me entro la duda de
hacia donde ir, no me quería encontrar con Dylan, mi ex. Cruzamos la calle y
caminamos dos cuadras, no hablamos de nada. Yo no podía parar de pensar en
porque me dijo eso en la parada. ¿Será verdad, me ama? Ese no era el momento
para hablarlo, no quería que se sienta asfixiado.
Doblamos y lo mire, le dije – “¿Que
hacemos acá?, esta es la cuadra de Dylan.” - Seguimos caminando, ya no podíamos
volver atrás. Apenas dimos dos pasos cundo a lo lejos se ve que de una casa
sale un chico alto y se sienta en la puerta, me puse muy nerviosa, era DYLAN. Iván
me miró, no sabía que hacer, me abrazó por encima del hombro y caminamos.
Llegamos a la casa de Dylan, él se asombro al verme y mas acompañada de un
chico. Con esa mirada despectiva y esos gestos de desprecio que tanto lo
caracterizan, soltó un frío y seco –“Hola”-
Iván me soltó y siguió su camino. Yo
cordial mente respondí el saludo y él me dijo, señalando a Iván, -“¿Ese quien
es? “- No respondí, me fui corriendo a ver que le pasaba a Iván.
Lo encontré sentado en la esquina,
con las manos en la cabeza. Me agache y lo besé. Se paró, me miro y me extendió
su mano y seguimos hacia su casa. Durante las cuadras faltantes no hablamos de
nada serio, entre chistes y risas llegamos a la plaza que se encuentra cinco
cuadras antes de su casa. Allí había algunos compañeros míos, así que rápidamente
me ofreció acompañarme a la parada del colectivo.
Emprendimos viaje yendo por la calle
de al lado de las vías del tren. Se podía ver el atardecer, era una imagen muy romántica,
caminando de la mano con el resplandor del sol de fondo. Cruzamos el paso a nivel, hicimos una cuadras
y cuando doblamos, fue mi sorpresa al ver que allí estaba Luce. Quien me saludo y me dijo –“Hola, yo te dije
que lo ibas a encontrar”- no sabia con que cara mirar a Iván, que no entendía
nada.
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